Al Filo de La Verdad: Gracias Mérida

Giovanni Cegarra. CNP. 2229

El tiempo pasa inclemente pero agradable y fructífero, cuando se le sabe administrar, sacar el mejor provecho, para beneficio de nuestro entorno y de uno mismo, sin pecar de egocentrismo, es y ha sido así, en lo que me corresponde, habida cuenta que hace 50 años, arribaba a esta ciudad señorial, histórica, cultural, universitaria, turística, recreacional, con bondades y atributos naturales inigualables, como todo un pichón de periodista y la fecha, sigo ejerciendo esta profesión que me ha dado mucho, al igual que esta Mérida, a la que debo todo lo que soy.

50 años ya, válgame Dios, tiempo que me ha permitido disfrutar y compartir, alegrías, vicisitudes, necesidades, calamidades, tragedias, necesidades pueblerinas, experiencias increíbles, ser testigo de cómo esta ciudad ha cambiado con el tiempo, ha crecido al ritmo de los años, con ese sentir callejero estudiantil universitario bullicioso, amabilidad de sus habitantes con una arraigada idiosincrasia que la distingue del resto de las interior del país.

La Mérida que conocí hace 50 años, ni comparada con la de hoy. Cómo no recordar, entre otras cosas, las exequias del Arzobispo Metropolitano, Mons. Acacio Chacón; el visitar el viejo Teleférico; el escuchar cada 15, 30, 60 minutos, las campanadas y melodías rasgadas del carillón del reloj de la Catedral Metropolitana, hoy Basílica Menor de La Inmaculada; el ir a la Plaza Bolívar a golpe de las cinco de tarde sin antes no pasar por “La Casa de Los Licores” abajo del edificio donde estaban los estudios de Radio Universidad, a comprarse una carterita de canelita, para esperar que bajara la neblina que lo cubría todo a esa hora y en época de grados universitarios, el observar a los nuevos profesionales, de toga y birrete, salir de la Catedral, darle una vuelta a la Plaza Bolívar en acto de despedida de la ciudad, entrar al Aula Magna de la ULA a recibir su título; la visita papal de Juan Pablo II.

Tanto que recordar y escribir, como lo vivido cuando le echaron candela al viejo mercado principal, disfrutar de los templetes populares de las Ferias del Sol, ir al Cine Popular por la Avda. 5 butaca en mano; degustar de un buen plato en la Casa del Espagueti, El Bimbo, Marisquería Vargas, Casa Vieja en la esquina de la avda.3 con calle 24; de las arepas de Los López por la Avda. 2; irse de copas al viejo Metropol en un costado de la Plaza Bolívar, a La Paellera, La Fuentecita, Discoteca La Esfera, La Casita de Las Rosas, Le Petit París, Doña Juana, El Chamaco, Super Batidos Mérida, El Castillo, Italia Pop, Changrilá, La Puerta del Sol, darse un paseíto por Cuatro Piedras, sin dejar pasar por alto, las que se pasaban en los famosos disturbios estudiantiles, cuando eran verdaderos manifestaciones no como las de ahora; ver nacer a la Televisora Andina de Mérida, Radio Cumbre, “El Sonido del Aguila” Exitos 1560 y paremos de contar, porque en verdad no terminaría nunca, de describir tantas cosas vividas y compartidas con los habitantes de esta maravillosa urbe andina venezolana, mi ciudad putativa pues soy de cuna sancristobalense.

Mucho que contar y describir en estos 50 años de profesional del periodismo, en esta ciudad, la que quiero como mi segunda cuna natal, en la que aún falta mucho por hacer y solo resta expresar con satisfacción y orgullo andino, gracias Mérida, por hacerse buen profesional, imparcial, objetivo, directo, darme mucho, enseñarme ser lo que soy, siempre de la mano de Dios.